Una puerta se abre. El interior responde en primera persona: Escribo. Leo. Comparto. Por ello, el tiempo es menos despiadado conmigo

Una Luciérnaga en mí

Una Luciérnaga en mí
Dibujo de Roxana

sábado, 25 de agosto de 2012

Números y letras: cronología de un desencuentro





                                      



July 1936. "Interior of migratory fruit worker's tent. Yakima, Washington." Photo by Arthur Rothstein for the Resettlement Administration


Tengo un letargo roto en cada mano:
una neblina, ausente, en el tejado
de cada pensamiento,
tres puntas vanas de una estrella curva,
catorce decepciones por segundo,
un trozo de mi carne
moliéndose
moliéndose
en la rueca
y una blanca paloma que se ríe
de toda esta tristeza.

Has cerrado una puerta tras de otra.

Recompuse, -¡qué ilusa
creer que he recompuesto! - tu pasado,
cosí, uno por uno, los luceros
para que brillen, nuevos, en tus ojos.
Me mudé de universo tantas veces
que aunque lo disimule
ya no recuerdo ni dónde vivía.
Saqué luestre a la alberca
donde yacían lágrimas oscuras
hasta que el agua clara
formó unas cataratas de sonrisas.
Tejí el trasmallo intenso
de todas las preguntas sin respuesta
y puse esos colores
con que juegan los niños
en todos los bolsillos de tu vida.

Sonreiste. Mirabas mi sonrisa.
Y callaste de nuevo, sonriendo.

Ahora no sonríes
salvo en esa ocasión en que amerita
mostrarse enamorado.

Y tengo miedo.

Voy caminando, oscura,
por el borde infeliz de un precipicio,
me encuentro con tu sombra,
nos miramos
y cada uno sigue su sendero.
Me atrevo en el arrojo de una lágrima
y tu inmenso vacío
me da vuelta la cara.
Decimos que queremos entendernos
y de tanto no hablarnos
terminamos diciendo ¡es imposible!
y damos un portazo
que resuena
en el eco innombrable de un abismo.

Te fuiste y volverás sobre las siete.
el ascensor tragó toda tu rabia
y me quedé mirando
tu perfume.


Reviso en cada línea de la mano
a ver si encuentro, exacto,
ese minuto
donde uno o los dos
hicimos magia
con el tiempo que aún resta por vernos
y de tanto tocar esa varita
algo, un no sé qué cosa,
se ha quebrado.

¿tendrás, acaso, luego, otro minuto
para explicarme el paso que caminas?

Quizás espero tanto,
que no tengo remedio.

El sol desgarra, inerte, las cortinas
y yo escribo
tan solo
escribo
a
penas.....

2 comentarios:

Juan Carlos Durilén dijo...

Qué decir, amiga.
Tus poemas siempre conmueven...
Tu alma se desnuda en cada uno de ellos, en ese silencio cargado de emoción, de tristeza, de espera, de cielo nublado y de sol expectante...

Desde "Hojas de Haiku", un largo abrazo.

Anónimo dijo...

Pocas veces se encuentra a alguien que escriba tan a flor de piel. Entiendo el sentimiento que expresas en el poema... muy bueno.
Saludos desde el otro lado.