Una puerta se abre. El interior responde en primera persona: Escribo. Leo. Comparto. Por ello, el tiempo es menos despiadado conmigo

Una Luciérnaga en mí

Una Luciérnaga en mí
Dibujo de Roxana

jueves, 27 de mayo de 2010

De Antología: Amy Lowell, pionera del verso libre

Tomé contacto con la poesía de Amy Lowell en el año 2007. Más, como mi actitud ante cada nuevo verso de un nuevo poeta, es  convertirlo en  un disparador para bucear en su mundo, para conocer más, para llegar más lejos (y para escribir) seguí encontrándome su poesía en mis lecturas.

Entre las crónicas de Amy Lowell (Boston, 1874-1925), se la considera una de las precursoras del verso libre. Premio Pulitzer 1926.

Ojalá también sea un disparador para buscar más información sobre ella, que la disfrutéis y que mueva poesía en nuestro mar de fondo.
In excelsis

¡OH, tú!
Tu sombra es luz de sol en una bandeja de plata;
tus pisadas, un lugar para plantar lirios;
tus manos, al moverse, son un doblar de campanas
                                                                      en el aire inmóvil.
El movimiento de tus manos es la larga y dorada luz del
                                                                                    sol naciente,
el revoloteo de los pájaros en el sendero de un jardín.
Avanzas por la mañana como un perfume de junquillos.
Los potros son menos raudos que tu pensamiento,
tus palabras son abejas alrededor de un peral,
tus sueños son avispas veteadas de oro y negro zumbando
                                                            entre manzanas rojas.
Bebo en tus labios,
como el albor de tus manos y tus pies.
Abro la boca:
semejante a una jarra nueva estoy abierta y vacía.
como el agua clara eres tú, que llenas la copa de mi boca.
Eres como un riachuelo sembrado de lirios.

Eres helado como las nubes,
lejano y dulce como las altas nubes.
Me atrevo a alcanzarte,
me atrevo a tocar tu orilla brillante.
Salto más allá de los vientos,
grito y chillo,
porque mi garganta es fina como una espada
afilada con una muela de marfil.
Mi garganta canta la alegría de mis ojos,
la turbulenta alegría de mi amor.
¿Cómo cayó el arco iris sobre mi corazón?
¿Cómo se enredó el mar entre mis dedos
y cómo cubrió mi cabeza con el cielo?
¿Cómo viniste a habitar en mí,
asediándome con los cuatro círculos de tu mística luz,
hasta que, inclinándome ante ti, como si fueras un altar,
grité: "¡Gloria! ¡Gloria!"?

Habré de torturante pensando en el hoy y en el mañana?
He de creer que el aire es un favor,
la tierra una cortesía
y el cielo un regalo que hay que agradecer?
Tú eres... aire... tierra... cielo...
Pero no te lo agradezco.
Te tomo,
y vivo.
Y las palabras que diga después
son como rubíes engastados en una puerta de piedra.

Amy Lowell, EE.UU. 1874 - 1925
Versión de Agustí Bartra






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