Muchas veces creyó que no podría, que nunca más podría volver a intentarlo, o que lo que pudiera construir sería un sinsentido. A veces, ellas la cercaban contra el sueño o en el muro del despertar, para agobiarle todos los sentidos con la burla. Pero se resistía a creer que no volvería a sucederle, que no podría salir de ese hermético envase.
Herrumbre en las paredes de una palabra. Y de otra y de otra. Así, por un tiempo indefinidamente indefinido.
Pero no se resignaba.
Dejaba que aquellas que se burlaban de su deseo de aparcar la inspiración para vivir, creyeran que habían ganado la partida.
Cada vez que miraba en torno suyo, desaparecían todos los fantasmas: son susceptibles a la luz.
Y lo que la rodeaba era luminoso, aunque pareciera sólo un estrecho pasillo entre "la vida" y La Vida. Difícil de comprender, pero ella sabía perfectamente lo que era una y otra cosa. Y también "la muerte" y La Muerte.
Pero esta vez no se trataba de fosas cavadas en la tierra o en los días, sino de caminatas largas y procesiones cortas para alcanzar el abrazo, la risa y la palabra.
Una vez más se acercaron y la envolvieron completa. Aún en el estertor paroxístico, en la invasión desmedida, tomó asiento, encendió el ordenador, las miró a la cara y las escupió, una por una, en el folio virtual.
Dió enter y publicó ésta entrada.
Sólo tienen miedo de morir.
Fotografía:
Ease, by Jill Specht, en http://www.womeninphotography.org
5 comentarios:
Gran envoltorio tus palabras para esta noche de imsomnio
Gracias, infinitas, mi querido Fran, por tu insomnio entre esas letras que no renuncian....
Cercanía que permite conectar con el texto. Es una especie de diario en el que todos podemos sentirnos incluidos.
Un abrazo enorme.
ojalá logre esa universalidad que lo convierta en algo parecido a un poema!
:)
te quiero, peque, abrazo largo y profundo!
Llego hasta aquí por una casualidad: una de esas en que los dedos se mojan en la distancia del ayer por que intuyen cambios en los planos del ahora, ya cortas distancias. Luego, después de leer y de leerte, recuerdo que de algún modo ya he estado aquí, y es que el olvido es a veces caprichoso, otras tan solo se puede permitir ser grosero, pero hay temblores que anidan en la corta fe que apenas queda en los sueños y reverberan en cantos de esperanza que nada tienen que ver con la vigilia. Y aquí estoy, con el ánimo que el verbo pone al punto y aparte en mitad de unos versos, con el oficio que oficia al pensamiento más allá del destiempo, y así, voy intuyendo que eres, que mías son las horas y las luces imposibles.
Ya no somos inocentes, tal vez nunca lo fuimos ni los pétalos nunca de la flor, y sin embargo, puede que una nieve tardía de primavera vuelva a teñir de blanco los almendros.
Envidio tu fidelidad sin fisuras, tu talento que no es otro que amor por la vida, la imaginación al poder del pensamiento.
Un beso siempre.
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