Ella hacía algo que yo no sé y me encantaría aprender: cantar. Seguramente sabía muchas cosas más, entre otras.... sentir......aunque muchos sostienen que los animales no sienten. No saben. No intuyen, disiento con ellos: sí sienten, sí saben, sí intuyen.
Llueve. Una de las primeras lluvias del otoño resbala por el cristal, junto a su jaula blanca.
Llueve y es otoño.
Ella sabía imitar el sonido de las gotas de lluvia contra el cristal.
También la risa de los niños en sus juegos.
Mejor aún, coreaba la risa de mi amado.
Y cuando nos quedábamos a solas, en una soledad habitada por nuestro canto agradecido, solía regalarle música de Chopin, de Tchaicovsky, de Mozart. La volvía loca la voz de Sara Brightman, tanto que se quedaba detenida en un gorjeo casi inaudible para explotar luego en un canto maravilloso.
Acompañaba mis horas, mis sueños y mis vuelos. Fue motivo de muchas fotos, de muchos haikus. Sin embargo ahora, que no está, las palabras se amontonan con las imágenes y no puedo decir mucho más.
Podrá parecer absurdo, sin embargo, quienes tienen mascotas (esas que no se pueden sacar a pasear, también) me comprenderán.
Isa llegó a casa cuando hacía poco tiempo nos habíamos mudado, y fue un poco contra mi voluntad: no me gustan las aves en jaulas. Tal vez por eso fue tan oportuno el abrazo de Rafa cuando me dijo: no tiene por qué estar en la jaula!. Fue entonces que se ocupó de enseñarle a salir de la jaula, a volar por la sala, a comer miguitas puestas por nuestras manos en diferentes sitios. Una vez más, Rafa había cumplido con su palabra.
Ayer, mientras ordenábamos con Vicky sus papeles, encontró uno que decía: "20 de mayo: Isa salió de su jaula y vuela por la casa", o algo así. Fue inevitable llorar.
Isa se fue el 10 de octubre, supongo que voló a un cielo de puertas abiertas como la tierra que tuvo en casa. Con ella se van los trinos, pero por ella quedan tantas cosas que la recuerdan!
Rafa me propuso comprar otra canaria. Pero sinceramente.... no estoy preparada para tener esa jaula ocupada otra vez.
Cuando comencé a vivir mis "día a día" en Valencia, en esos mismos días que Isa había llegado a casa, un día me descubrí mirándola y viéndome en un espejo. Fue ese día que intentó volar pero no atinó hacerlo. Puso sus patitas en la puerta de la jaula, que siempre permanecía abierta, se balanceó un poco hacia adelante y luego volvió a meterse dentro. Imaginé mi propio vuelo asustado: mi hogar de puertas abiertas es tan seguro, que aunque la tan mentada libertad femenina que proponen invite a volar muchas horas lejos, hay tiempos interiores para prepararse. Tal vez porque hoy vuelo con esas alas que me regala el amor, cada día, Isa eligió dejarme intentar imitarla: siempre se puede volver a los lugares donde está la seguridad y el abrigo de quien nos ama, aunque se diga que eso es una jaula y nos resta libertad.
La tibieza de mi hogar es el mejor espacio para el descanso, el vuelo corto y el sueño. Lo demás, siempre, estará allí fuera, esperando por mí.
Gracias, Isa, por habernos permitido tenerte con nosotros.
Ha amanecido
la lluvia en el cristal
junto a la jaula
4 comentarios:
Qué pena Isa. Te entiendo perfectamente. Durante toda mi vida he tenido muchos animales haciéndome compañía y una nunca se termina a acostumbrar a que ellos duran mucho menos que la mayoría de nosotros. Ojalá llenes esa jaula pronto, vacías tienen un aspecto de lo más triste. Espero que esta semana la lluvia te haya ayudado igual que a mi.
Un b.
Hermoso texto, Adri, me gusta el paralelismo entre vos e Isa, me impactó, no me lo esperaba. A Isa le llegó el tiempo de volar más alto, eso es todo, aunque nos apene.
Un abrazo con veleta, querida amiga, si mirás bien la veleta, quizá -porque como muchos de nuestros queridos, suele jugar con nosotros- veas a Isa sobrevolándola.
Jeve.
La lluvia y el otoño tienen su magia, esa que permite que la bruma cubra ciertas cosas y el sol, cuando entibia, permita ver otras. Y la lluvia siempre es un velo cayendo sobre todo y volviéndonos tan iguales y vulnerables!
te quiero pequeña... beset
Veo esa veleta, Jeve. Puedo sentir aún el aire de tu patio, la suavidad de la lluvia, escuchar los loros, ver las palomas, sentir la vida entre las ramas. Ahora podrás ver otras alas entre esas ramas: las mías, las de Isa, sobrevolándote. Más que su canto, amaba su gorjeo pequeñito, que parecía un susurro mimoso. Amaba dije? no... amo, y puedo recordarlo aún.
Tampoco me imaginé nunca ese paralelismo que un día descubrí entre ella y yo. Será por eso que me miraba con tanta complicidad... será por eso que vino a mi vida. Para hacerme ver lo que suele estar oculto.
Isa. En realidad su nombre completo era Isabel Torrijo Arce. :D
Pero siempre fue Isa. Y siempre es Isa.
Como vos sos esa chica de las fotos con sonrisas, de los Marlboro a altas horas, de la contención de uno de los días más jodidos de mi vida.
Como vos sos esa niña con cara de asombro que me abrazó el alma y no me la ha soltado ni un segundo desde entonces.
Te quiero.
Con mates, veletas, lluvias y soles.... como si fueras un arco iris que me deja ser arco iris en su patio.
muacks
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